¡Buenos días, lector!
Los días han sido dulces. Maravillosamente. Ya estamos terminando el año y muchas cosas empiezan a cerrarse.
Otras surgen.
Debo disculparme por el atraso en la entrega de este mes. Noviembre trajo días ajetreados con mucho quehacer; pero ya he vuelto a tomar la posta y vamos con todo.
Luego de un mes de ausencia, decidí volver a utilizar Substack como mi plataforma de comunicación de email. La razón: la plataforma anterior no me convenció, a pesar de ofrecerme una alternativa de pago por las secciones exclusivas.
Es por ese motivo que decidí entrar a Patreon. Las secciones exclusivas seguirán siendo los cuentos y las «reseñas que enseñan», donde aprenderás a ejercicios de ficción a través de tus obras favoritas. Incluso me permitió bajar los precios.
¿Quieres echar un vistazo?
Ahora bien, entramos en materia. Este mes traigo un cuento sobre un general muerto que revive para pagar sus culpas, un ejercicio práctico basado en una popular película de brujas y un recuerdo de Navidad.
Además, aprovecho para avisarte que ya está disponible el ebook de «Los Campos Elíseos huelen a muerte».
¡Aprovecha! Será a precio rebajado solo por este mes.
Ahora sí, nos vamos
Pero antes: recuerda que puedes reenviar este correo a tus conocidos para poder llegar a más lectores. Así puedes ayudarme a difundir mi arte a más gente.
Si te ha llegado este correo, ¿quieres suscribirte? Prometo que no muerdo… Siempre.
Encuesta:
El mes pasado me tocó trabajar en el Festival Internacional del Libro de Santiago, FILSA 2023 (se viene chisme en el blog, lo juro). Vi mucha gente de todo tipo y me sirvió para ubicarme en el negocio de los libros.
Me gasté muchísimo dinero. Pero jamás malgastado.
Fue así como me quedó una duda entre la eterna pugna entre los autores clásicos y los modernos. Así que quiero preguntar tu opinión:
Cuento: «Que en paz nunca descanses»
Escribí este cuento pensando en aquellos que desaparecieron y los que guardaron silencio por su destino. Es una crítica hacia la forma de abordar el tema, y el usufructo que se hace en el nombre «de la verdad».
Aquí un fragmento.
Palada tras palada, Lucio arrancaba la tierra beatificada en el nombre del poder y del silencio. Acumuló la tierra a los costados del hoyo en el suelo hasta que la pala golpeó en seco el ataúd.
Había llegado el momento de pagar por las desapariciones.
El general Eustaquio Calavera fue la mano macabra que arrancó a su abuelo de su familia en la época del dictador, cuarenta años atrás. «Viejo de mierda», pensó. Se escudó en el silencio y nada lo ablandó: ni la explosión que regó a su hija por el pavimento al frente de su casa ni el cáncer grado cuatro que se lo llevó tan dolorosamente. Tras su muerte, los juicios llegaron nada. El viejo murió con una sonrisa en la cara.
El gran funeral católico que sepultó al general dos días atrás fue orgiástico. Lágrimas y lamentos, gente arrodillada y vociferaciones de agradecimiento por haber salvado al país de los comunistas. Demasiadas, quizás, para un país que se considera civilizado. Sin embargo, no solo sus devotos asistieron. Sus enemigos más acérrimos, como el ex comandante Caupolicán Barría (ahora secretario del partido Somos el Pueblo, SEL), fueron a mirar la cara del hijo de puta que destrozó los ánimos de una revolución fallida. No dijeron nada: el rencor en sus corazones silenció sus palabras.
También hubo escupitajos. Y un fanático se desvistió y trató de abrir el ataúd para violar el cuerpo del viejo homicida. La idea parecía buena, todo para tratar de aligerar, en parte, el vacío por la ausencia de los queridos.
Al final, el viejo general se fue como todos, entre lágrimas y dolor. Mucho dolor.
Lucio descubrió el ataúd. Abrió la parte superior con un hacha, imaginándose que cada una de las descargas terminaba en un aullido militar hacia la muerte. El forado reveló el tesoro.
Empezaba su venganza.
Las noticias hablaron de una crueldad. Muchos dijeron que se lo merecía. Lo cierto es que la cabeza del general Calavera desapareció de su ataúd sin dejar rastros. Ahora reposaba, en secreto, sobre una mesa manchada con su sangre, esperando lo inevitable.
Sus ojos se abrieron y su alma experimentó la tortura de volver a vivir sin vivir en realidad.
—¿Por qué estoy aquí? ¿Qué pasó? ¿Por qué no puedo girar la cabeza? —el general abrió los ojos, sobresaltado. No había cuerpo bajo su cuello—. ¿Qué esto? ¡Una pesadilla!
Lucio se reacomodó el poncho negro gastado por los rituales de la muerte. Las gotas de sudor cayeron al suelo mientras él estiraba una gaza y la envolvía alrededor de sus muñecas ensangrentadas por los cortes.
—Está aquí porque se lo merece, patán —dijo cuando anudaba la tela—. Ahora, quiero saber dónde está mi abuelo.
—¡Perro comunista! ¡No respetas ni la muerte!
Lucio alzó la cabeza entre sus manos y fijó su mirada en los ojos del general.
—Jamás se irá de aquí si no me dice dónde están los desaparecidos.
—Me quedaré a vivir eternamente entonces, revolucionario cagón.
El nigromante sonrió. Esperaba esa reacción así que preparó una batería de juegos especialmente dedicados a don Eustaquio.
Reseñas que enseñan: «La bruja», el horror de sugerir
a reseña de hoy se inspira en «La Bruja» (2015) de Robert Eggers. Para mí es, quizás, la mejor película de brujas moderna después de los 2000. Gracias al FANGES por revisionar esta obra en su temática de brujas para este 2023.
La gran maravilla de esta película es la simpleza (y limpieza) de sus recursos y su guion. Con pocos elementos y pocas locaciones se las arregla para llevar al público a un estado de tensión horrorosa. Una tragedia de aquellas con un recurso clave: La **sugerencia**, es decir, la afectación de los personajes y de la audiencia a través de cosas que no se saben a ciencia cierta, pero que te hacen creer que sí son una realidad. Es lo que pasa a la gente cuando cree en supersticiones.
El ejercicio de hoy estará ligado estrechamente en una de las escenas que muestra el impacto psicológico de estas sugerencias, las decisiones de los personajes y, finalmente, la revelación de una verdad terrible.
¡No se desaparezcan!
(Capaz que se los lleve la bruja del bosque).
Supersticiones que condenan
El gran tema de esta película es la superstición. En el fondo, las creencias nos definen y también definen nuestro destino.
(¡Listo! Estoy para frases de auto ayuda)
Vamos a ver un breve outline.
Una familia es expulsada de su comunidad y se asientan junto a un bosque para formar una granja. Thomasin, la mayor de los hijos, pierde a su hermano Samuel, recién nacido, junto a un bosque: una bruja lo usó como ungüento. Desde ese día, la culpa sobre Thomasin, el dolor de sus padres, el hostigamiento de sus hermanos con una cabra negra, el cultivo desastroso y los extraños sucesos del bosque sugerirán que la joven es una bruja, mientras la verdadera hechicera acecha a la familia y juega con todos sus integrantes en el nombre del Diablo.
Una trama simple, ¿cierto? Pero no por eso menos tenebrosa.
Esta película tiene mucho de terror psicológico. Las arraigadas creencias en Dios y la paranoia por las tentaciones del Diablo condenan a la familia a pasar las penurias del infierno. Las acciones de todos los integrantes están sujetos a un sentimiento de culpa por los errores pasados, lo que desestabiliza las relaciones de los personajes y alienta la catástrofe familiar. Además, están solos contra el mundo; no hay mano que ayude o amigo que escuche. Es lógico que enloquecerán, ¿no?
El personaje del padre, William, (Ralph Ineson), es el que se lleva el mayor peso dramático en la historia junto con Thomasin (Anna Taylor Joy). Son los que se llevan los reproches de Katherine, la esposa, que odia la vida en el campo. Intenta llevar a su familia por el buen camino, pero nada le sale bien, y eso acumula la carga emocional de un personaje fuerte, tozudo, creyente; con agallas para continuar a pesar de las terribles dificultades. Sin embargo, jamás podrá luchar en contra de la bruja que los persigue y los ataca, convence a los gemelos, asesina a dos niños e hipnotiza a la madre.
Para mí, el terror de esta historia estuvo en la impotencia de estos personajes al ser juzgados de mala forma por su propia familia. Es horrible ser rechazado. Además, el rechazo fomentó la separación y cuando la gente se separa está sola y, probablemente, muera. Por otra parte, la sospecha constante de brujería sobre el personaje de Thomasin, el contexto de aislamiento y las nanas de los gemelos sobre Black Phillp, provocan una ansiedad que se acrecienta en el tiempo como una larga tortura que jamás termina.
El resto de la reseña y el ejercicio de este mes lo puedes encontrar en el siguiente botón.
Una pequeña publicidad
¿Sabías que ya publiqué «Los Campos Elíseos huelen a muerte» de forma oficial?
Esta historia la escribí y publiqué aquí. Ahora solo la encuentras en este libro. Además, contiene dos cuentos extra que explican un poco más el backstory de esta historia de terror botánico y thriller policíaco.
No querrás tener plantas otra vez.
Puedes acceder a ella a mitad de precio solo por este mes. ¿Te interesa?
Para recordar: «Cuando Santa Claus murió, los duendes hicieron el resto»
De mi repertorio antiguo. Este cuento, publicado en 2021, cuenta la historia de una realidad alternativa, donde Santa Claus muere.
Los duendes son muy traviesos y avariciosos. Sus juguetes no serán tan santos como el Viejo Pascuero.
Y un grupo de padres estará dispuesto a solucionar el problema.
¿Qué dices? ¿Lo conseguirán?
Puedes leer este cuento en el botón a continuación. Es totalmente gratuito.